Franco sí que ha muerto
Franco murió en el año 1975. Es decir; en
2018 hará 43 años que el dictador fue enterrado. Tres años después, en
1978, se aprobaba la Constitución. En 1980 España ya no tenía nada que
ver con la de 1975.
La segunda guerra mundial terminó en 1945. Si
a esa fecha le sumamos 43 años, nos da como resultado 1988. Solo un año
más tarde, el muro de Berlín caía y se iniciaba la reunificación de
ambas alemanias. ¿A alguien se le ocurriría decir que la Alemania de
1988 era nazi? Ni siquiera en la década de los setenta. Alemania cambió.
Se levantó de la ruina total y supo salir adelante sin olvidar que no se
podía volver a caer en los errores anteriores.
Se han establecido leyes para que no se
niegue el holocausto o para prevenir cualquier peligro de que el
pensamiento nazi vuelva a extenderse. Eso no impide, que cíclicamente
vuelvan a aparecer neonazis o partidos políticos de extrema derecha,
siempre al albor de alguna supuesta amenaza para la patria. Con todo y
con eso, a día de hoy a nadie se le ocurre decir que en Alemania Hitler
no ha muerto. Lo mismo sucede en Japón.
Sin embargo, en España sí, sí que se nos ocurre. Siempre hay
algún iluminado que viene a decir aquello de Franco no ha muerto o que
este es un país de fachas, de franquistas y cosas semejantes. El
argumento principal del separatismo es acusar a todo lo no afín de
franquismo y fascismo.
Pero lo peor es que hay una legión de no
necesariamente separatistas que sustentan todo su ideario y argumentario
en el definir como fascista a todo aquel que no sigue sus dogmas o su
idea de lo que debe ser España o lo que entienden por democracia. Sus
ideas son extremas y para justificarse necesitan otro extremo. Ya no
existe, pero lo inventan.
Un día, un amigo
me hizo un comentario que me sorprendió. "Qué pena que el mundo no fuera
como el de la Guerra de las Galaxias, tener claro
quiénes son los buenos y quienes los malos". Evidentemente el mundo es mucho más
rico y mucho más complejo, pero hay un montón de gente, de muy
discutible nivel intelectual, que se empeña en reducir el mundo a eso; a buenos
y malos. Lo peor es que además se creen con capacidad para decidir
quiénes están a un lado y quienes a otro de la raya.
Suele coincidir que si eres como ellos, estás
en el lado bueno, pero en el momento e que te desmarcas mínimante de sus
postulados, que no admiten mínimos, sino máximos, ya has cruzado la
línea y estás al otro lado. Necesitan simplificar el mundo, no admitir
matices. Mucha miseria intelectual e ideológica se sostiene en este
axioma; conmigo demócrata, enfrente fascistas.
Pero no nos engañemos; los líderes que
proclaman que Franco no ha muerto, que España es un país heredero
directo de Franco, neofranquista, con una ultraderecha en crecimiento...
Esos, los que proclaman eso, no se lo creen. Ellos saben
perfectísimante que no es así. Consiste en enardecer a la gente, en
contarles algo que necesitan escuchar. Deben odiar a los otros porque
los buenos son ellos, los otros son los fascistas, los malos... Deben
ser incansables porque el mal espera ahí afuera.
Junqueras no se cree que España es un país
franquista, como lo sabe Artur Mas, como la sabe Carod Rovira o
Puigdemont. Pero si no ¿cómo explicarle a las masas enardecidas que han
de seguir hasta el final? Solo apelando a lo más primitivo, a los
sentimientos más primarios, a emociones puras, blanco o negro, no hay
más. Manipulan a sus seguidores con la idea romántica de una cruzada por
la que merece la pena darlo todo o mejor dicho perderlo todo.
Muchos también saben que es falso, pero necesitan creerlo y que lo crean
otros.
Muchas de las izquierdas utilizan el mismo
argumento, el de revivir un "no pasarán" permanentemente, no se trata de
un debate en el que aportar ideas y soluciones, sino en el generar de
modo constante soflamas incendiarias. "Somos la barricada, el cordón
sanitario, la salvaguarda de las libertades, los antifascistas..." Y de
ese modo le han terminado comprando el discurso a los independentistas y
lo venden dentro y fuera de España causando el mismo bochorno.
Total, se cumplen este febrero 37 años ya de la multitudinaria y
unitaria manifestación contra el golpe de estado del 23 de febrero de
1981.
Solo hay dos tipos de personas que dicen
aquello de "Franco no ha muerto" y ambas anhelan que vuelva. La minoría
que le echa de menos y quisieran verle gobernando y los que si volviera
le daría sentido y justificación a todo aquello por lo que pelean.
Pero no, Franco ha muerto, hace más de 40
años. Y no va a volver.
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